Esta jornada la disfrutamos Edu y yo a mediados del mes de
noviembre de 2015. Fue fruto de la improvisación (como casi siempre). Yo ya
había estado por la zona del desfiladero de La Yecla y en Santo Domingo de
Silos. Por lo que emprendimos ruta desde Valladolid hacia allí.
En el trayecto divisamos un pueblo grande y atalayado, que
nos pareció interesante de concer. Era Lerma, el cual reconocí nada más llegar
a su gran plaza, de casi 7.000 m2, en lo mas alto del cerro, custodiada por el
Palacio Ducal de Lerma, hoy convertido en Parador Nacional.
Palacio del Duque de Lerma
Una vez reconocido y con unos cuantos recuerdos en la
mochila de mi anterior visita, nos dirigimos en primer lugar a la Oficina de
Turismo. Allí recibimos detallada información, no solo de la Villa, sino de
toda la comarca que fecunda el río Arlanza.
El detalle del recorrido que realizamos, fue el que se
conoce como “El triángulo del Arlanza”: Lerma, Covarrubias y Santo Domungo de Silos.
Mapa del recorrido "Triángulo del Arlanza"
Villa de Lerma:
Conjunto histórico-artístico
Nada más entrar y callejear por Lerma, uno puede percibir el
olor a historia, a grandeza de otros tiempos. No es de extrañar, que se
considere el conjunto urbano mejor conservado del siglo XVII.
Sobre un pequeño núcleo medieval bien aposentado sobre un
altozano, en lugar estratégico, el Duque de Lerma mandó construir a principios
del sXVII una corte de recreo para el Valladolid cortesano de Felipe III. Y
tanto que lo hizo. La Villa consta nada más y nada menos que de seis
monasterios, el famoso Palacio Ducal, colegiata, pasadizos “secretos”,
fábricas, imprenta, hospital; y al abrigo del valle y sustentado por el
Arlanza, numerosos huertos y jardines (con su coto de caza correspondiente, que
no falte).
Uno se imagina escenas de caza reales, batallas, soldados,
etc. Pero también Lerma fue cuna y retiro de escritores, como nuestro José
Zorrilla. Estuvimos buscando la casa
donde vivió, pero no la encontramos.
Detalles y calles de Lerma
La Torre de
Covarrubias
Villa Rachela, llaman a esta bonita localidad, ejemplo de
libro de la arquitectura castellana, con sus casas de adobe, y clásico
entramado de madera.
Casas de Covarrubias
Llegando al pueblo ya atisbamos el torreón, asomándose cual
secuoya pétrea por encima de los tejadillos del pueblo. Es el Torreón de
Fernán González, que en el sX, convierte a Covarrrubias en capital de su
infantado. 20 m de alto en una mole robusta de piedra, impregnada de la pátina
negruzca que la dan sus más de 10 siglos de vida. Se llevó, bien
merecidas, unas cuantas de nuestras
fotos.
Torreón de Fernán González
Como grandes personajes hay que destacar en el sXIII al
infante Don Felipe y su mujer, la princesa Kristina de Noruega, enterrada en la
antigua Colegiata. Me sorprende la gran representación que tiene aun la
princesa, en una escultura cuya gemela
se encuentra Tønsberg, Noruega, ciudad hermanada con Covarrubias, además
de los numerosos souvenirs que la
hacen referencia.
Kristina de Noruega
Monasterio de San
Pedro de Arlanza
Emprendemos una retorcida carretera dirección Hortigüela,
haciendo varias paradas en el arcén para observar con el telescopio las
colonias de buitres leonados (Gyps fulvus) que vigilan desde los cortados haciendo competencia a las
sabinas (Juniperus sabina).
Nos encontramos en una zona natural privilegiada, los
Sabinares de Arlanza, siendo el bosque de esta especie más extenso y mejor
conservado de Europa. La acompañan sus hermanos los enebros (Juniperus communis) y
encinas (Quercus ilex) de curioso porte arbustivo.
En una de las bajadas de la sierra, y a orillas de nuestro
inseparable compañero en esta jornada, el río Arlanza, aparece, en medio de la
nada, el misterioso y abandonado Monasterio de San Pedro de Arlanza. La luz de
media tarde y las aulagas (Genista scorpius), tomillos (Thymus, sp.),
y lavandas (Lavandula angustifolia) que encuentran su lugar entre la desmebrada edificación, le dan un
halo más místico aún.
Recomiendo profundamente su visita, sobre todo para aquellos
amantes de la fotografía. Sus tumbas descubiertas, columnas y capiteles medio
derruidos, cubiertos de oscuro musgo, son un espectáculo. Quizás, el punto de
la jornada que más me sorprendió.
Cuando fuimos nosotros estaba cerrado, pero desde fuera se
puede ver la nave central del monasterio, y si uno es como yo, un poco
lagartijilla, puede colarse entre la puerta de entrada ;).
Fue fundado en el año 912 y abandonado tras la desamortización
de Mendizábal, pasando los años, se ha convertido en las ruinas que hoy en día
vemos.
Ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza
Asomando entre las ruinas, se ve la copa de un enorme abeto,
pero al estar cerrado no pudimos verlo. Como apasionada de la botánica, luego
leí que se trata de un Pinsapo (de 160 años de edad). Es curioso porque esta
especie de abeto solo crece en el sur de la Península y en el Rif de Marruecos.
Nos despedimos del monasterio con aires de cierta nostalgia,
y de curiosidad por imaginar los secretos que sus piedras esconden.
Desfiladero de La
Yecla y los Sabinares de Arlanza.
Nos dirigimos en dirección Santo Domingo de Silos, con la
bienvenida de un águila calzada (Hieraaetus pennatus) apostada sobre una señal de tráfico. Sin hacer
parada, ya que luego volveríamos por un motivo muy especial, descendemos hacia
el desfiladero.
Un gran túnel perfora la roca, y justo al otro lado, dejamos
el coche, para recorrer el escaso recorrido del desfiladero, de menos de 1 km de
longitud. Aunque yo ya había estado, la magia de este escondido paraje es
abrumadora. Una profunda y estrecha garganta de 100 m de alto, excavada en la
gran mole caliza, surcada de pasarelas y puentes, teniendo como piso el
cristalino arroyo de La Yecla. Los colores y las formas son muy llamativos,
consecuencia del proceso kárstico que ha llevado a la disolución del carbonato
cálcico de la caliza de montaña.
Desfiladero de La Yecla y Tunel
Saliendo del desfiladero nos cuesta volver a acomodar la
vista al paisaje abierto, para tomar de nuevo la carretera que nos lleva a
Santo Domingo de Silos, última parada del viaje.
Gregoriano en Santo
Domingo de Silos
Llegamos a Silos casi de noche, y después de comer como 1 kg
de postres, nos dirigimos al emblemático monasterio benedictino.
Después de una visita muy detallada al monasterio por el
guía del mismo (increíble la explicación de los capiteles del claustro,
guardando el famoso ciprés del soneto de Gerardo Diego), nos dirigimos a la
iglesia, para, en silencio, contemplar el sosegado ir y venir de monjes
deleitandonos con sus cánticos en gregoriano.
Aquí os dejo el enlace al horario de las Celebraciones con
asistencia de público: http://www.abadiadesilos.es/activida.htm
Enhiesto surtidor
de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
Con el inmortal soneto de Gerardo Diego, y la paz que nos aporta esta última visita, ponemos rumbo a Valladolid, escuchando en el coche el disco de Neønymus - Ø (2013) que Edu ha comprado en el monasterio.
Neønymus - Ø (2013)
Reseña de Edu sobre el disco: Se trata del trabajo de un músico y cantautor de la zona -del Arlanza-, Jesús Silverio Cavia Camarero, 'Silverius de Ura', y está grabado en la misma abadía. Es bastante variado, tiene temas en plan chamánico, otros más cercanos a los cantos de los monjes, de aire medieval... unos inductivos y otros más meditativos.
¡Hasta la próxima!